domingo, 5 de febrero de 2012

Las fuentes de la magia occidental



Algunas de las obras de Samuel Liddell MacGrebor Mathers, fundador de la “Golden Dawn” o “Aurora Dorada”, son, según declaración del propio autor, recopilaciones e interpretaciones a partir de diferentes fuentes que, en su mayor parte, él indica.

Una reconstrucción a partir de diversas fuentes

Sucede eso en el “Goetia” o la “La Clave Menor de Salomón” –también conocida por “Lemegeton”- y, también, con “La Clave Mayor de Salomón rey”.

Es decir, ambas obras son reconstrucciones siguiendo el criterio interpretativo de MacGregor Mathers -y, en el caso del "Goetia" de Aleister Crowley, que lo finalizó tras la muerte de MacGregor- de fuentes distintas, que no forman ningún “corpus” completo sino que su nexo de unión es un tema o, más bien, una referencia legendaria a una obra no menos legendaria supuestamente relacionada con el rey Salomón.

En el prefacio de “La Clave Mayor de Salomón rey” el mismo MacGregor Mathers ya indica que, tirando a largo, lo más parecido a “textos unitarios” en sus fuentes es algún que otro texto francés, cuya antigüedad no pasa del siglo XVII:

“La Clave del Rey Salomón, salvo por algunas copias incompletas y mutiladas publicadas en Francia en el siglo XVII, nunca ha sido publicada, sino que ha permanecido por siglos en manuscritos inaccesibles salvo para pocos investigadores afortunados, para quienes se abrieron los nichos más recónditos de las bibliotecas. Por esto me considero altamente honrado al ser el individuo que tuvo la fortuna de presentarla a la luz del día.”

(S.L. MacGregor Mathers, “La Clave Mayor de Salomón rey”, Londres, 1888)

Eso significa que, en puridad, no existe ninguna obra concreta u original que pueda considerarse, en sí misma, cualquiera de las dos claves del rey Salomón, sino diferentes obras basadas en una temática, que, muy probablemente, tiene un origen absolutamente mítico en cuanto a la relación de su supuesta autoría original.

La datación de las fuentes de la magia occidental


Es complicado alcanzar una definición que referir al concepto “magia occidental”, dado la variedad de sus componentes, tanto temporal como materialmente; los precedentes se remontan posiblemente a ciertos sincretismos entre ritos religiosos y creencias precristianas, con una fortísima influencia del cristianismo. Sino en cuanto a creencia sí en cuanto a su Universo y, sobre todo, al factor sociológico que imprime esa creencia y que podemos reducir al concepto “Cristiandad”, que comienza a generarse en la Alta Edad Media y se estabiliza y concreta durante el conjunto de la Edad Media o, lo que podríamos llamar, la “Edad Media plena”.

De ello se derivan todas las alusiones a figuras propias del cristianismo, desde Dios Padre hasta Lucifer, en los diferentes textos, más o menos, fragmentarios y, más o menos copiados.

Así no hay grimorio ni parte de grimorio que no incluya una invocación protectora a la divinidad cristiana, eso sí, curiosamente, puesta al servicio del “Magus”, de la misma manera que lo son los entes o poderes evocados. En ese sentido, podemos considerar a la magia occidental “estandarizada” de la Edad Media “magia cristiana”, pues su cosmovisión se funde con la cristiana –aunque sus finalidades sean diferentes-.

Esa fusión se produce en mayor medida cuanto más actual es el documento, por ejemplo, resultan menos "cristianos", menos claros y más intrigantes los conjuros que figuran en parte del “Codex Gigas”, que los fragmentos o versiones que tenemos de grimorios impresos o escritos del siglo XVI en adelante.

La conexión hebrea

Todo grimorio muestra –como se ha dicho, más cuanto más moderno es- una conexión con el cristianismo, pero no solo con él, cabe recordar que las dos reconstrucciones de MacGregor Mathers –la Clave Mayor y la Menor de Salomón-, se refieren a un monarca de Israel, notablemente legendario y con una curiosa fama, pues sin perder la santidad o el favor de la divinidad se le considera tan sabio que es capaz de manejar a su servicio “espíritus impuros” –en el cristianismo- o de difícil ubicación –como es el caso de los “genios” que figuran en el Corán, y que el Islam sitúa al servicio o bajo control del rey-.

Ese rastro es, sin duda más antiguo, y se remonta a una época –es el recuerdo mitificado de eso- en el que el reino de Israel disfrutó de cierta tolerancia religiosa, aceptando sin demasiados problemas la versión cananea de cultos mesopotámicos – a Baal o a Isthar/Astarte/Inanna-.

Por otra parte, sin tener nada de mágico pero sí de conocimiento iniciático, nos encontramos que justo es durante el siglo XIII cuando se alcanza, por la mística judía, el punto de plenitud de la cábala, con la elaboración del "Zohar", que viene a complementarse con el algo más antiguo "Sepher Yetzirah".

Desde la “magia occidental” o “magia cristiana” nunca ha acabado de entenderse que eso no era magia, sino una forma muy concreta de mística, a partir, curiosamente de un exhaustivo y particular empleo de la semántica, centrada básicamente en el análisis cabalístico de la Torá.

La magia occidental que aparece en los grimorios suele referirse a “manuscritos latinos traducidos del hebreo” y se inventa para ello fuentes de conexión imaginaria, con supuestos “magos” o “rabinos” hebreos que habrían traducido esos teóricos textos hebreos más antiguos al latín o cualquier otra lengua occidental, sin ir más lejos eso pasa con las dos claves de Salomón y otros grimorios.

Ese tipo de equivoco sigue presente en autores y recopiladores decimonónicos, importantes figuras dentro del ocultismo, especialmente sucede con Eliphas Levi; no nos atrevemos a decir si en figuras algo más modernas como Samuel Lidell MacGregor Mathers o Aleister Crowley sucede eso, uno y otro con mayor distancia del cristianismo como para ver, tal vez, lo espurio de la “conexión hebrea”.

No obstante, en sus reconstrucciones de esas recopilaciones mágicas respetarán las formulas encontradas, aunque, en ocasiones, se irán a buscar fuentes también teóricamente antiguas –aunque desprendidas de la relación con el cristianismo o el judaísmo-, como es patente en el caso de Crowley, su “thelema” y el “Libro de la Ley” y Egipto. 


Jorge Romero Gil


Bibliografía

Anónimo, Clavícula Salomonis, Edición en castellano de 1721

Codex Gigas, Edición digital en formato pdf y, también, disponible online en el sitio web de la National Librery of Sweden

Crowley, Aleister, El Libro de la Ley

Goetia. Compiled and translated by S.L. MacGregor Mathers Editing and Additional Material by Aleister Crowley

Levi, E., Dogma y Ritual de la Alta Magia

MacGregor Matthers, S.L., La Clave Mayor de Salomón Rey.
 
MacGregor Matthers, S.L. y Crowley, A., Goecia. La Clave Menor del Rey Salomón. El Libro de los Espíritus, Editora y Distribuidora Yug, 1992.

Moshé, de León, El Zohar, Ediciones Obelisco, Barcelona (publicado hasta el volumen XII)

Regardie, I., La Aurora Dorada. Un Compendio de las enseñanzas, ritos y ceremonias de la Orden de la Aurora Dorada. Revisada y aumentada. Editada en cuatro volumenes. Luis Carcamo Editor, Madrid.

The History of Codex Gigas, online en el sitio web de la National Librery of Sweden
 
 
 

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